La diplomacia argentina planteó ante Naciones Unidas la necesidad de controles sobre bases espaciales para evitar la intercepción de satélites; Desde Washington se apoyó la iniciativa, pero China se opuso.
La dura pulseada entre Washington y Beijing no se limita al plano comercial. Un particular cortocircuito diplomático entre China y Estados Unidos fue desatado por la Argentina en la Comisión Permanente de Desarme de Naciones Unidas al sugerir que las estaciones espaciales diseminadas en todo el mundo sean sometidas a un rígido sistema para evitar la intercepción de satélites.
El origen de esta polémica, en el caso de nuestro país, tiene nombre y apellido: la base de avistaje lunar que el gobierno de Xi Jinping instaló desde el 2015 en Neuquén y que la administración de Donald Trump ya alertó sobre su eventual uso dual y su posible potencialidad para interceptar satélites.
De esta manera se busca legitimar un programa de limitación de acciones a las diferentes estaciones a lo largo del globo y accionar en pos de la prevención de una carrera de armamentos en el espacio exterior.