Un elogio al valor en la conmemoración de los Veteranos y caídos

El lunes 3 de abril se realizó en el hall de la sede Virgen de Guadalupe un breve acto para conmemorar y honrar a los Veteranos y caídos en la Guerra de Malvinas. “Hace mucho bien a la comunidad universitaria tener presente estas fechas”, destacó nuestro Rector, Eugenio Martín De Palma. 

“Quisiera contarle a los más jóvenes que hay un vínculo importante entre aquellos que estuvieron en la guerra y nuestra Universidad. Entre otros, Raúl Sanz, personal de mantenimiento, estuvo en esta heroica batalla. Al día de hoy, muchos hijos de ex combatientes han tenido la posibilidad de estudiar en nuestra casa de estudio”, manifestó De Palma.  

 

El Lic. José Serralunga, responsable del taller de Teatro, tomó la palabra para elogiar el valor de los Veteranos y los Caídos, y la heroicidad de enfrentar la muerte con ánimo sereno, confiados en estar realizando una acción justa, sin importar el resultado final. Con palabras de Borges aludió: “Entre las cosas hay una de la que no se arrepiente nadie en la vida, esa cosa es haber sido valiente… Siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana”. 

“Nadie desea una guerra, pero la guerra ocurrió. Y no desear la guerra no nos habilita a olvidar a esos valientes que la vivieron. Es nuestra obligación sostener, como lo hacemos con los guerreros de la Independencia o los Revolucionarios de Mayo, la presencia de esos veteranos, de los caídos. Y homenajearlos. A ellos y a sus familias”, manifestó Serralunga. 

 

Para concluir, el Licenciado declamó la poesía del literato argentino que personifica y encarna este triste combate entre países.  

 

Juan López y John Ward 

Les tocó en suerte una época extraña. 

El planeta había sido parcelado en distintos países, 

cada uno provisto de lealtades, 

de queridas memorias, 

de un pasado sin duda heroico, 

de derechos, 

de agravios, 

de una mitología peculiar, 

de próceres de bronce, 

de aniversarios, 

de demagogos y de símbolos. 

Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras. 

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; 

Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. 

Había estudiado castellano para leer el Quijote. 

El otro profesaba el amor de Conrad, 

que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte. 

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, 

en unas islas demasiado famosas, 

y cada uno de los dos fue Caín, 

y cada uno, Abel. 

Los enterraron juntos. 

La nieve y la corrupción los conocen. 

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender. 

 



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