Mensaje a los Educadores

“Conocemos el poder transformador de la educación: educar es apostar y dar al presente la esperanza que rompe los determinismos y fatalismos con los que el egoísmo de los fuertes, el conformismo de los débiles y la ideología de los utópicos quieren imponerse tantas veces como el único camino posible”. Papa Francisco

Queridos educadores:

En estas semanas nos unen las celebraciones del día del maestro y del profesor, en las cuales, con cariño y agradecimiento, reconocemos su labor cotidiana al servicio de la promoción humana de las nuevas generaciones. Aprovechamos también a saludar a todos los demás educadores que forman parte de la comunidad escolar, destacando la labor de los asistentes escolares, preceptores, equipos profesionales y administrativos. Valoramos en particular la desafiante labor del personal directivo, apoderados legales, párrocos y capellanes.

El Papa Francisco anima de un modo especial a los educadores a ser artesanos de la esperanza y de la paz que sostienen el sueño comunitario de la fraternidad y la amistad social. Hoy nos toca experimentar de cerca cómo nuestras escuelas son verdaderos hospitales de campaña que reciben la vida como viene, muchas veces herida y “bombardeada”, por la violencia, la injusticia, y los diversos dramas familiares y sociales.

En nuestro contexto actual marcado por la crisis del compromiso comunitario, la disgregación social y el debilitamiento institucional, queremos agradecer y valorar la labor cotidiana de los educadores que sostienen encendida la llama profética de la esperanza en medio de la noche, como centinelas de un nuevo amanecer social.

Que la fuerza de la gracia que ilumina y sostiene nuestros corazones nos ayude a fortalecer los lazos interpersonales para sostener y renovar creativamente nuestras comunidades; en particular frente a los dramas que atraviesa hoy nuestro sistema educativo, y que en muchos casos han convertido a la labor de los educadores en un verdadero “trabajo de riesgo”.

Frente a la tentación del desánimo y de la indiferencia, nos sostiene el testimonio de muchos educadores animados por la convicción íntima de que las cosas pueden cambiar, y de que hay alternativas posibles para renovar la sociedad. En particular, acompañamos de cerca a quienes están sufriendo en modo especial, y que realmente les toca sembrar entre lágrimas (Sal. 126,5), uniendo su dolor a la cruz del Salvador, sabiendo que en Él su entrega será misteriosamente fecunda.

A esta renovación comunitaria inspirada por la esperanza, nos invita de un modo especial el Papa Francisco cuando nos convoca a gestar un Nuevo Pacto Educativo que garantice las condiciones sociales para que los itinerarios educativos sean realmente transformadores. Como sintetiza un proverbio africano: “para educar a un niño es necesaria una aldea entera”. Que el impulso de la esperanza nos anime a restaurar esta aldea educativa, fortaleciendo así el pacto social y abriendo un horizonte de cambio, sanación y reconciliación.

Que la luminosa mirada de Jesús Resucitado, quien es la fuente de nuestra esperanza y que despertó en nosotros la vocación educativa, nos anime y fortalezca para ser sus testigos, confiando en que sólo él “hace nuevas todas las cosas” (Ap. 21,15). Y que Nuestra Señora de Guadalupe ampare siempre bajo su manto maternal a nuestras comunidades educativas.

SERGIO ALFREDO FENOY
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Pbro. Andrés Rodríguez
Vicario episcopal para la educación

Liliana Santoro
Presidenta de la JAE

Mariel Varga
Vicepresidenta de la JAE



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