A 1.700 años del Concilio de Nicea: un legado que sigue vigente 

El Concilio de Nicea, celebrado en el año 325 d.C., fue el primer concilio ecuménico de la Iglesia y definió cuestiones centrales sobre la fe cristiana. Su influencia histórica, teológica y social sigue vigente hoy, ofreciendo claves para comprender la fe y la convivencia en la sociedad. 

El Departamento de Filosofía y Teología de la UCSF, junto con la Facultad de Filosofía y Humanidades y el Instituto de Filosofía, organizó un conversatorio presencial el 8 de agosto en la Sede Virgen de Guadalupe. Participaron como disertantes el Dr. Juan Carlos Alby (UCSF), el Pbro. Dr. Alejandro E. Nicola (PUC) y el Lic. Sebastián Sangoi (Universidad Gregoriana). 

El Pbro. Dr. Alejandro E. Nicola, entrevistado por la producción de Nuevamente, es teólogo argentino y doctor en Teología por la Pontificia Universidad Católica de Chile (2020). Actualmente, es profesor titular en el Instituto Teológico de Córdoba (ITEC) y profesor adjunto en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Córdoba (UCC). Su investigación se centra en eclesiología, pneumatología y espiritualidad, con especial atención a la obra de los Padres de la Iglesia. Es miembro activo de la Asociación Internacional de Estudios Patrísticos (AIEP) y de la Red Latinoamericana de Estudios Patrísticos (RELAEP). Además, forma parte del Consejo Asesor del Instituto Thomas Falkner SJ, dedicado al estudio de las fuentes de la filosofía, teología e historia de la ciencia.

¿Qué es un concilio y para qué sirve?

“Los concilios son grandes reuniones de obispos de distintas regiones. Se tratan temas importantes para la Iglesia: de fe, de moral, de disciplina… Es un ejercicio de sinodalidad, que hoy se menciona mucho, pero que en realidad es muy antiguo”, explicó Nicola. En otras palabras, un concilio es una especie de “asamblea mundial” de líderes cristianos para decidir cuestiones fundamentales sobre la fe y la organización de la Iglesia. 

El Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino, estableció definiciones esenciales sobre Jesucristo, afirmando que es plenamente Dios y plenamente humano. Estas afirmaciones quedaron plasmadas en el Credo Niceno, que aún hoy es un pilar de la fe cristiana. 

“Es el primer concilio ecuménico. Allí se reunieron obispos de todo el mundo conocido para determinar lo que hasta el día de hoy rezamos. Es el primer momento donde se logra condensar, de manera sintética, el contenido de la fe de la Iglesia”, agregó Nicola. 

Libertad religiosa y diálogo con el poder civil

Nicola destacó que, en esa época, la Iglesia comenzaba a participar activamente en la sociedad tras siglos de persecución: “Gracias a Constantino, la Iglesia sale de las catacumbas y se sienta a dialogar con el poder civil. Esto permitió establecer un diálogo que hoy llamaríamos interreligioso. Cada uno tiene su lugar, pero siempre buscando el bien común del hombre”. 

El concilio no solo definió doctrinas, sino que también marcó el inicio de un diálogo entre Iglesia y Estado que sentaría las bases para la convivencia y la autonomía de ambos ámbitos. 

Dios como comunión

En términos espirituales, el Concilio de Nicea dejó una enseñanza profunda sobre la naturaleza de Dios: “Declara la consustancialidad del Hijo: Jesucristo es verdaderamente Dios, no una criatura inferior. Esto plantea un Dios que es comunión, que se vincula, pero respetando la diversidad y la unidad al mismo tiempo. Esa unidad en la diferencia es un modelo para la vida de la Iglesia y de la sociedad”. 

Así, la reflexión sobre este concilio no es solo histórica, sino que ofrece claves para pensar la fe, la unidad y la diversidad en la sociedad contemporánea. 

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