Interocepción, un camino para mejorar la salud mental

Algunas cifras indican que después de la pandemia hubo un aumento del 25% en los casos de depresión y ansiedad. Hoy preocupa que adolescentes y niños, los más perjudicados durante el confinamiento, no están logrando recuperarse completamente de los efectos de la pandemia.  

Ante la constatación de una salud mental frágil, especialistas sostienen que la capacidad de reconocer, diferenciar y regular emociones y estados de ánimo específicos es un componente esencial para nuestro bienestar y para el éxito de los tratamientos para la depresión y la ansiedad.  

Estos y otros puntos fueron tema de conversación con Adrián Yoris, licenciado y doctor en Psicología, graduado de la UCSF, que actualmente dirige el laboratorio Dinámicas Mente-cuerpo y Cerebro (DINAMYC), perteneciente al Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT: INECO-Favaloro-CONICET), dirigido por Facundo Manes.

Yoris y Manes en la sede de INECO.

¿Cómo es esta conexión tan compleja entre psiquis y cuerpo? 

Puede explicarse en parte desde la interocepción, o la percepción del estado interno del organismo. Nuestro cuerpo-cerebro-mente están conectados en un flujo constante de información que circula desde los distintos sistemas corporales hacia el cerebro.  

Para operar correctamente, el cerebro debe encontrar un equilibrio entre toda la información que recibe y procesa desde el interior del cuerpo (interocepción), y la información que, proveniente de los sentidos, recibe del mundo (exterocepción). 

Los mismos procesos cuerpo-cerebro que permiten percibir la propia salud física dan lugar a la percepción subjetiva del afecto (cómo te sentís en un momento dado). Para saber si uno se siente feliz, irritable, cansado, relajado, el cerebro debe ser capaz de evaluar tu estado interno. Esa capacidad de reconocer, diferenciar y regular emociones y estados de ánimo específicos es un componente esencial para nuestro bienestar. 

La interocepción es un modelo del mundo interno moldeado por el contexto y las experiencias de vida. La salud mental se construye sobre estas representaciones dinámicas y corporizadas. Los mecanismos interoceptivos, por lo tanto, son objetivos clave para el tratamiento de los trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, por ejemplo. 

Interocepción.

¿Pueden definirse las causas de la depresión? 

En psicología solemos hablar de multicausalidad, por lo tanto no es tan simple definir causas. En el siglo pasado, hubo varios intentos fallidos para describir la depresión en términos simples o reduccionistas. Así, tanto las teorías psicologistas y biologistas fracasaron en su meta, a pesar de que en la búsqueda se desarrollaron mejores tratamientos que teorías.  

Desde un punto de vista neurocientífico, la depresión se debe a un desequilibrio de neurotransmisores en el cerebro, principalmente la serotonina. Desde una perspectiva psicologista y cognitiva, la depresión se desencadena por algún evento estresante que activa sesgos en el procesamiento de la información. Según este modelo, las personas deprimidas ven el mundo de forma negativa, crítica hacia sí mismas y el entorno, y con mayor desesperanza.  

Al estar deprimidos, solemos filtrar de la realidad la información más negativa o que más se asemeja a nuestras creencias y emociones. Un día de lluvia de otoño puede ser mágico y poético para algunos, pero muy deprimente para otros. No importa si ambos ven el color gris del cielo, el amarillo de las hojas, o escuchan el sonido de la lluvia en el techo. Cada uno seleccionará y filtrará la información de una manera única, sesgada, positiva o negativa.  

Del mismo modo, ante un evento estresante -como perder un trabajo, o una relación-, la mente de algunos comienza a funcionar en “modo depresivo”, es decir con esos sesgos en el procesamiento de la información.  La mente se “enferma” de pensamientos negativos, desesperanza y tristeza. Esto es clave: no es falta de ganas ni de voluntad, es enfermedad y debe respetarse como tal. 

¿Cómo puede una persona identificar y modificar patrones emocionales negativos? 

Cuando una persona tiene una tendencia a experimentar emociones negativas como la ansiedad, tristeza o ira, por ejemplo, de manera frecuente, o más intensamente que la mayoría de sus conocidos, podemos hablar de un patrón emocional negativo.  

Ante esas emociones negativas, se puede tener un comportamiento más adaptativo, tomándolas como información valiosa sobre lo que está sucediendo y sobre nuestros intereses, pero sin enredarnos con ellas. 

Otra reacción posible es enfrentar esas emociones de un modo menos adaptativo, echando más leña al fuego, mediante una valoración negativa como ser “me voy a morir”, “no lo voy a soportar”, “sentirme así hace que nada tenga sentido”, etc.  

Una vez creado el incendio, intentamos usar recursos adicionales para apagarlo, ya sea evitando los lugares o personas asociadas a esas emociones, enfocándonos en la comida y la sensación placentera de haber saciado el apetito, consumimos alcohol para “aflojar”, o aferrándonos a vínculos nocivos para no sentirnos solos.  

Para evitar caer en esta trampa o salir lo más rápido posible, un primer objetivo es aprender a conocer las emociones, y para ello, aumentar la conciencia corporal que nos permita hacer un “tunning” o “afinamiento” de ese sexto sentido que se llama interocepción.  

Cuanto más conocemos nuestras emociones y las formas en que el cuerpo las manifiesta, menos nos enredamos en soluciones mágicas y menos emociones negativas tendremos que soportar. 

 

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