En un nuevo aniversario de la primera transmisión radial en nuestro país, una reflexión acerca de la formación de profesionales para la comunicación de hoy y de mañana.
por Ma. Milagros Vigil, Directora de las carreras de Comunicación de la Universidad Católica de Santa Fe
Entre tantos temas, situaciones y vivencias que quedaron a la sombra de la pandemia que desde el inicio del año pasado tiene al mundo y a todos sus habitantes en vilo hay uno que, si bien no pasó desapercibido, no pudo ser la fiesta que sus fan soñábamos para ella. El 27 de agosto del 2020 se cumplieron 100 años de la primera transmisión de radio en nuestro país, aquella que estuvo en manos de cuatro “locos de la azotea” que hicieron historia desde la terraza del Teatro Coliseo con el festival sacro de Ricardo Wagner y su “Parsifal”. Susini, Mujica, Guerrico y Romero, los protagonistas de la hazaña, venían del mundo de la medicina.
Hoy, en perspectiva, podríamos decir que es bastante lógico si pensamos en todas las “propiedades curativas” que fue adquiriendo aquella práctica innovadora, convertida luego en uno de los medios de comunicación masiva estrella a lo largo de los años.
¿Quién no atesora con cariño y nostalgia en algún lugar de su corazón una experiencia radiofónica con un programa, un periodista, una locutora, una canción, un jingle, una noticia, una entrevista? Anécdotas de todo tipo, agradecimientos, homenajes, recuerdos y añoranzas poblaron las redes sociales el año pasado a falta de eventos presenciales para celebrar la larga vida de esta reina indiscutida.
Alguna vez ciertos autores y analistas dudaron de su futuro frente a la aparición de nuevas tecnologías, medios y tendencias… pero 22,3 millones de oyentes diarios (de lunes a domingo)* claramente no van en esa dirección.
Del otro lado del dial, no hay trabajador de la radiofonía que no exprese sentir un amor especial, un lazo inexplicable, un hilo afectivo indescriptible que lo une al estudio, al micrófono y a ese mundo especial habitado por sonidos y silencios.
En el medio, la formación de profesionales para la comunicación de hoy y de mañana se presenta como un gran desafío para el universo académico representado por universidades e institutos de formación, que nos debatimos nadando en un mar de herramientas, paradigmas y lecturas, entre la teoría y la práctica, lo macro y lo micro, lo clásico y lo innovador; en un ir y venir de ideas, propuestas y necesidades que termina siempre en el mismo puerto de pensamiento: ¿cómo preparamos a los comunicadores del futuro?
La radio tiene ese no sé qué…
Ojos que brillan. Susurros. Caras de sorpresa y asombro…
Cada vez que un nuevo alumno de comunicación entra al estudio de radio de nuestro Complejo Multimedial por primera vez, el ritual se repite. Quedan prendados: por el secreto revelado, el detrás de escena de un truco casi mágico, el misterio hecho verdad. En muchos casos, el impacto es mayor porque no se perciben oyentes de radio. O porque nunca han hecho consciente el proceso desde donde nace la palabra, la música oída.
Y comienzan, entonces, un largo romance exploratorio en el que la creatividad se vuelve protagonista, en el que forzosamente deben despegarse de otros lenguajes más cotidianos y afines a sus pantallas centennials, dejando de lado ingredientes y recursos básicos de su propio sistema de comunicación para tomar todos los que la radio tiene para ofrecerles. Hay vida más allá de la imagen, descubren.
Pero en un contexto en el que las reglas del juego tecnológico van cambiando sin aviso ni permiso, en un proceso que transforma y muta al mismo tiempo; los viejos medios pelean por subsistir (y los nuevos también); la calidad informativa se mide en cantidad de likes y los sesgos que definen el consumo manipulan a los algoritmos que a la vez manipulan a los contenidos mientras filtramos a través de una burbuja invisible aquella posverdad que priorizamos… ¿cómo preparamos a los comunicadores del futuro?
Un ensayo de ¿receta?
Tomar conciencia del abanico de opciones y posibilidades que nos ofrece hoy la comunicación en todos sus niveles es fundamental. Como usuarios prosumidores (que consumen pero que también intervienen sobre los contenidos, producen valorando, compartiendo, remixando, completando… y tantas acciones más) los nuevos comunicadores plantean un juego de roles permanente, crítico y reflexivo sobre las prácticas comunicacionales.
Conocer procedimientos y métodos probados, el “cómo se hacen las cosas” es parte del proceso de formación, claro. Pero, también, lo es fundamentalmente explorar y experimentar con los nuevos formatos y recursos innovadores, entendiendo el aula como un laboratorio donde la prueba, el error, la novedad y el cambio no pueden estar ausentes. Sin embargo, lo que sin dudas no puede faltar en la formación de un comunicador de hoy, de mañana o de siempre, es la educación en valores que hacen a la esencia misma del ideal de hombre y de sociedad en el que creemos y defendemos.
Así, no puede haber comunicación sin esperanza. Porque no podemos quedarnos conformes y quietos. Hay verdades escondidas que esperan ser desveladas. Hay sueños que necesitan despertar y ser vividos. Hay ilusiones que podrían ser contagiosas e inspiradoras, si tan sólo les diéramos la oportunidad de nacer.
No puede haber intercambio sin empatía. Porque es la presencia reconocida del otro la que verdaderamente nos humaniza y nos resucita de la indiferencia. Y la trama de historias que merecen ser contadas amerita un entender, un interpretar el sentir ajeno y desconocido como propio y común.
La curiosidad, la creatividad, la pasión traducida como respeto por la profesión… no pueden estar ausentes. El deseo de ver el mundo con ojos únicos, de buscar lo inencontrable, de luchar por el arte y el amor propio y el de todos.
La ética, la justicia y la verdad. La capacidad de distinguir el bien del mal. Lo que mata, lo que hiere, lo que cura, lo que salva.
Es la cultura del encuentro con el otro lo que debe mover a cada comunicador, en el medio y el tiempo que sea. “El desafío que nos espera es el de comunicar encontrando a las personas donde están y como son…”** nos dice Francisco.
Hacia allí vamos entonces en este camino de formación, celebrando la radio, lo que tiene de nuevo y lo que tiene de historia, pero fundamentalmente celebrando que es un presente donde hoy podemos buscarnos y ENCONTRARNOS.
*Estudio General de Medios (EGM), realizado por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) – Junio 2021
**Discurso del Papa Francisco para la 55 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales – Enero 2021