“Hemos hecho todo un camino donde se puede decir que la Universidad estuvo a la altura de las circunstancias. No obstante la incertidumbre que teníamos aquel jueves 20 de marzo, tengo que reconocer a toda la comunidad universitaria que -si bien ya veníamos trabajando en ese área- en 10 días logramos una migración de la presencialidad a la virtualidad”.
En esos términos resumió Eugenio Martín De Palma, rector de la Universidad Católica de Santa Fe, la experiencia desarrolló la casa de estudios a partir del 20 de marzo, y el inicio de las etapas de aislamiento y distanciamiento social, con suspensión de las clases presenciales. Una verdadera prueba de fuego para la institución y también para el propio rector, que inició su gestión a fines de diciembre.
“Si bien fue en un contexto excepcional, el 1 de abril pudimos iniciar las clases. Eso se fue consolidando, al mes del dictado de clases virtuales la Secretaría Académica de la Universidad hizo una evaluación, a través de encuestas, con docentes y alumnos y los resultados entre bueno y muy bueno rondaban el 75, 80 %”, añadió, en diálogo con El Litoral.
– ¿Cómo se diseñó el abordaje de esta excepcionalidad?
– Hubo dos líneas muy claras en el trabajo. Una que, a medida que íbamos transitando la virtualidad, se fueron incrementando las aulas virtuales. Porque no es que desde el primer día había aulas para todos. Sí desde el primer día hubo contactos de los docentes con los alumnos. Entonces, se fue mejorando esos espacios para que los docentes vuelquen allí las actividades, y también desde el Sistema de Educación a Distancia se fue capacitando a los docentes para que desarrollen las clases sincrónicas, a través de las múltiples plataformas. La más usada ha sido Zoom, porque la curva de aprendizaje es muy simple. Hay otras plataformas que son mucho más ricas en el uso de la tecnología, pero la curva de aprendizaje es distinta.
– Lo característico fue que aquí hubo que aprender a trabajar en la virtualidad, de manera virtual.
– Claro. Yo asumí en el rectorado a fines de diciembre, y si bien es algo que ya se había venido trabajando antes, uno de los objetivos que se propone esta gestión es el desarrollo de educación a distancia. Este sistema se acreditó en la Universidad por Coneau, unos dos años antes de que yo asumiese, y después de estar con una sola carrera virtual, ya estamos con cuatro. Y con la idea de ir intensificando esa línea. No para centrarnos en eso: nuestra característica es la presencialidad. Pero no tenemos que desconocer que los tiempos van cambiando y sería muy bueno que la Universidad pueda tener un sistema que pueda acompañar mejor los trayectos de los alumnos, conforme a las circunstancias de sus vidas.
Problemas y soluciones
– ¿Cuál fue el principal problema en este proceso?
– Obviamente, fue con el tema de los prácticos. Podemos decir que en la virtualidad funcionamos en un 85 %. Porque en algunas asignaturas de algunas carreras, como de Diseño Industrial, de Farmacia en los laboratorios, Veterinaria en Reconquista, la parte de los prácticos se ve resentida. En lo que hace a las carreras de Humanidades y Sociales, naturalmente fue mejor.
También tuvimos una linda experiencia con los exámenes. Nosotros retomamos la presencialidad administrativa el lunes 8. Y lo primero que pedí fue que me hicieran un informe de cuántos egresos habíamos tenidos del 20 de marzo a esa fecha. Y tuvimos 80 egresos, en todas las sedes. En el mismo período, en 2019 hubo 86.
Después, hay pormenores. Porque uno podría decir que tampoco tuvimos los turnos de mayo en todas las facultades, pero en ese mes se tomaron exámenes de marzo que estaban pendientes, así que fue más o menos lo mismo. Si bien hay diferencias, es muy comparable.
– Uno de esos egresos fue noticia a nivel nacional…
– Sí, así es. En la sede de Posadas de nuestra Universidad se recibió la primera abogada guaraní, en la clásica mesa final de la carrera, de Derecho Internacional Privado. Eso fue muy fuerte y emotivo.
Y el primer examen virtual, nosotros lo tuvimos el miércoles 26 de marzo. Iba a ser virtual ya antes de la cuarentena, el 17. Sólo que ese día los docentes estaban en la universidad: la alumna no podía ir, porque estaba embarazada y ya por decreto del lunes 16 estaba eximida de concurrir, por formar parte de un grupo de riesgo. Pero ese día no se pudo hacer, por un corte de luz. Entonces se pasó al 26, ya en plena cuarentena. Y esa fue la primera egresada que tuvimos en el período, de la Facultad de Filosofía y Humanidades, de la carrera de Ciencias de la Educación.
– Más allá de los regresos, ¿qué va a pasar con los turnos de exámenes de julio y agosto?
– Para nosotros fue algo muy alentador aquella solicitud que hizo el gobierno provincial para que los exámenes en el nivel superior pudiesen ser presenciales. Esto aún no está reglamentado, pero nuestro Consejo Superior ya definió tres maneras de tomarlos. Porque somos conscientes de que puede estar el escenario de la presencialidad, lo que sería algo muy bueno, para la comunidad universitaria y para la sociedad. Y creo que están las condiciones dadas; los protocolos se pueden cumplir a la perfección. Pero también, al no haber transporte público interurbano, hay alumnos y docentes de otras localidades que tendrían dificultades. Entonces, tendremos exámenes totalmente virtuales, otros con el alumno presente y alguno de los docentes vía Zoom, y también que todos estén presentes. E incluso habría un cuarto escenario, con los alumnos presentes y ninguno de los docentes. Esto lo va a definir cada facultad, con su autonomía y la del propio tribunal, pero para ese caso podría haber personal de la unidad académica, garantizando la transparencia del acto.
El reglamento también prevé que desde el rector a los secretarios académicos puedan constituir mesas de exámenes, si fuera necesario. Así que dar ese abanico de posibilidades nos va a permitir a todos tener mucha tranquilidad para prever todas las circunstancias. Todo eso ya está reglamentado.
Otra decisión que tomamos es aplazar el turno de exámenes del 20 de julio al 27, para aumentar las posibilidades de presencialidad, y también, para que haya más tiempo de organizar los exámenes virtuales después del receso. Pero en todos los casos, uno de los criterios que remarcó el Consejo es la flexibilidad, tomando en cuenta que estamos en un tiempo extraordinario.
Recapitulación y reinicio
– ¿Cree que están dadas las condiciones para habilitar las clases presenciales en agosto?
– Ese es un escenario posible y concreto. Hoy por hoy, yo creo que ya están dadas las condiciones para hacerlo, pero obviamente vamos a ser muy respetuosos de las decisiones gubernamentales. Y de ser un inicio con restricciones, y gradual, vamos a priorizar las materias que exijan laboratorios y talleres.
– Este período extraordinario coincide en la mayor parte de su recién iniciada gestión como rector. ¿Qué le permitió ver de la Universidad, desde ese lugar?
– Yo lo que ví fue lo mejor. Tengo que destacar a los docentes, no me ha llegado ninguna inquietud sobre resistencias o negativas al dictado de clases virtuales. Sí al principio algunos interrogantes respecto a exámenes. Ahí la postura de la Universidad fue acompañar a los docentes, no ponerlos en una situación de obligación. Y ellos mismos encontraron en estos dispositivos experiencias muy buenas.
Del personal de la universidad tengo que remarcar lo mucho que trabajó, incluso durante feriados, fines de semana largos…. La gente se puso al hombro la emergencia. Tuvimos que sacar todos los servidores de gestión de la Universidad, y llevarlos a los domicilios particulares: desde Tesorería a gestión académica, registros de alumnado….
En este momento hay 100 bocas de gestión home office. Porque volvimos el 8, pero con guardia mínima, con horario restringido -de 8 a 16- y con la lógica de un camino a la normalidad. Hay empleados que van durante las horas que sea preciso, y otros que siguen en modo remoto.
Y también de los alumnos. Y lo digo de mi experiencia como docente. Vamos por la semana doce de virtualidad. Nosotros recomendamos que las clases sincrónicas no excedan el 50 %. Primero porque agota, y segundo porque hay familias enteras que necesitan los dispositivos tecnológicos para desarrollar sus actividades, y necesitan compartir la disponibilidad. Y ahí hubo mucho reconocimiento y comprensión.
Y finalmente, la Universidad desde su equipo de conducción trabajó también con mucha unidad y muy solidariamente. Lo que se logró fue muy superior a lo que teníamos como expectativas iniciales
Mirada al futuro
-Acudiendo también a su condición de profesor de Filosofía, ¿qué reflexión puede hacer del rol social de la Universidad?
– En este contexto, lo que tenemos que empezar a pensar y actuar hoy, es también mirando el futuro. Y esta fue una de las principales preocupaciones de nuestro arzobispo, monseñor Sergio Fenoy apenas iniciada la pandemia, y le encomendó a la Universidad conformar un grupo con ese propósito. Y tres objetivos: generar una reflexión teórica sobre lo que está ocurriendo, comunicar y también proponer. Soluciones, horizontes, posibilidades, sobre la base de que claramente hay un antes y un después. Es un equipo co-coordinado por Carmen González, que es filósofa, y Ana Bonnet, una especialista en derechos ambientales y la encíclica Laudato Si, del papa Francisco. Y aquí el arzobispo nos acompañó muchisimo, con bajo perfil, pero siempre presente.
Entrevista realizada por Emerio Agretti para diario El Litoral: