Para compartir Esperanza

En la Fiesta litúrgica de San Antonio de Padua (a quien le pedimos en nuestras oraciones el “pan de los pobres”) del año 2017, y como fruto del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, el Papa Francisco decidió instituir en la Iglesia una nueva jornada especial, como es la Jornada Mundial de los Pobres1.

 

La misma se celebra el domingo anterior a la Solemnidad de Cristo Rey, como una manera de disponernos para poner todos nuestros sentidos y amor en aquel cuya realeza emerge con todo su significado más genuino en el Gólgota, cuando el Inocente clavado en la cruz, pobre, desnudo y privado de todo, encarna y revela la plenitud del amor de Dios. Su completo abandono al Padre expresa su pobreza total, a la vez que hace evidente el poder de este Amor, que lo resucita a nueva vida el día de Pascua (Francisco, mensaje para la I Jornada de los Pobres).

 

El objetivo de esta Jornada es estimular a los creyentes y a todos los hombres, independientemente de su confesión religiosa, para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro y para que se dispongan a compartir a través de diversas acciones solidarias, con los pobres como signo de fraternidad. Los pobres no son estadísticas, un numero frío para lucrar políticamente, conseguir financiamiento o especular socialmente. Son hombres y mujeres, niños y ancianos, jóvenes sanos y enfermos muchas veces invisibilizados pero que siguen estando presentes y esperando ser vistos.

 

Conocemos la gran dificultad que surge en el mundo contemporáneo para identificar de forma clara la pobreza. Sin embargo, nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada. La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada. (Mensaje, 1 Jornada de los pobres 5)

En las tres Jornadas (2017-2018 y la presente) el Papa Francisco nos propone reflexionar sobre quién es el pobre y nos invita a cambiar la mirada indiferente de quienes son espectadores de un doloroso show que no los compromete o una realidad ante la cual estamos impotentes (“no puedo hacer nada”, “otros son los que tienen que hacer algo”) para no ser inactivos, ni resignados. Así quiere ayudarnos a salir de la lógica de acciones aisladas que sólo acallan la conciencia pero que no producen una conversión verdadera, ni el cambio de la situación de estos hermanos y hermanas nuestras que nos siguen tendiendo su mano. Experiencias muy buenas, pero insuficientes si no crean un verdadero encuentro con los pobres y que den lugar a un compartir como estilo de vida.

 

La salida al encuentro de nuestros hermanos pobres (sin prejuicios, sin peros, sin condiciones) es consecuencia de lo que se celebra sobre el Altar, la presencia de Jesús Eucaristía. “Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si quieren honrar el cuerpo de Cristo, no lo desprecien cuando está desnudo; no honren al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidan a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez» (Hom. In Matthaeum, 50,3: PG 58)” (Francisco, 1 Jornada mundial de los pobres 3).

 

Este año la, Jornada de los Pobres tendrá lugar el próximo 17 de noviembre, bajo el lema: “La esperanza de los pobres nunca se frustrará”, es una apremiante invitación a llevar esperanza a quienes de diversas maneras se encuentran en situación de pobreza, esclavitud, descarte y marginalidad. Llevar esta esperanza es parte central del anuncio del Evangelio, sobre todo si tenemos en cuenta que las palabras con las cuales Jesús comienza el anuncio del Reino son “Bienaventurados los pobres…”2.  A veces hace falta muy poco para devolver la esperanza, dice el Papa, basta con detenerse, sonreír y escuchar.

 

En el mensaje para esta Jornada Francisco tiene palabras especiales para los voluntarios, aquellos que en primer lugar y con mucha generosidad se acercan a los pobres, los primeros en mirar a los ojos y tocar las llagas de nuestros hermanos (las de Cristo), los invita a volver a lo esencial, más allá de las miserias materiales, a llegar a la bondad escondida en el corazón.

Cuando en el relato bíblico de la muerte de Abel, Dios le pregunta a Caín “donde está tu hermano”, la respuesta de este es “¿acaso soy el guardián de mi hermano?”. Hoy le respondemos que sí, cada uno de nosotros responsables solidarios de los más pobres. ¿Hay alguien cerca de tu vida (casa) que necesite que este domingo lo mires, descubras en su dolor y postración, su soledad y discriminación y le anuncies la esperanza que nos salva: el amor?

“Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma” (Francisco, 1 Jornada mundial de los pobres 3)

 

Que cada uno de nosotros, Comunidad Universitaria, no dejemos pasar esta oportunidad para tener la mano a quien nos la tiende, que asumamos la cultura del encuentro y la solidaridad como estilo de vida, comenzando por nuestra Casa. Iglesia en salida, Universidad en salida ¿contamos con vos?

 

Pbro. Lic. Carlos Scatizza
Vicerrector de Formación

 

 

1 Junto a otras muchas que ya desde hace muchos años se vienen celebrando en la Iglesia Católica y se han hecho parte de una tradición (Jornada Mundial de los Jóvenes, Oración por las vocaciones consagradas, Medios de Comunicación Social, etc.).

2 “No es fácil ser testigos de la esperanza cristiana en el contexto de una cultura consumista y de descarte, orientada a acrecentar el bienestar superficial y efímero. Es necesario un cambio de mentalidad para redescubrir lo esencial y darle cuerpo y efectividad al anuncio del Reino de Dios. La esperanza se comunica también a través de la consolación, que se realiza acompañando a los pobres no por un momento, cargado de entusiasmo, sino con un compromiso que se prolonga en el tiempo. Los pobres obtienen una esperanza verdadera no cuando nos ven complacidos por haberles dado un poco de nuestro tiempo, sino cuando reconocen en nuestro sacrificio un acto de amor gratuito que no busca recompensa” (Francisco, 3 Jornada mundial de los pobres 7).



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